Levántate y anda

martes, 5 de octubre de 2010

VUELVE LA REVISTA CRISIS



Para los artistas y revolucionarios del siglo xx la crisis era el suspiro agónico de un mundo viejo y fatalmente destinado a desaparecer. La transición hacia un futuro luminoso que golpeaba las puertas del presente. Nuestro tiempo no se deja pensar en estos términos. Vivimos una época que teclea insistentemente entre lo que ya sabemos marchito pero persiste y el “no todavía” de lo que vendrá.

Si el capitalismo ha podido reformatearse y continúa su expansión, es porque se devoró sus propios desequilibrios. Al punto que hoy podríamos decir: el Capital ya no le teme a la crisis. Sin embargo, resulta obvio que la crisis ha devenido una realidad permanente, cuya escala es global. Vivimos un presente en suspenso: ni epílogo ni anticipo, sino tiempo de excepción.

Nuestro siglo lleva el sello de los acontecimientos del 2001. Desde entonces, cada vez que la crisis asoma, la referencia a esos días de lucha callejera y fuerte protagonismo popular se torna inevitable. El escenario político diez años después es, sin dudas, muy distinto. Las cosas han cambiado. Tal vez para mejor. Pero los efectos de aquel punto de inflexión en nuestra historia reciente se ramifican de manera irreversible, incluso a pesar del optimismo imperante. La precariedad que corroe a todas las instituciones, entre otros indicios, así lo testimonia.

El humor es un arma eficaz para quienes ya no esperan el advenimiento de un futuro radiante. No nos interesa la risa despectiva o cínica de aquel que afronta con desparpajo la decadencia social o el fin de la historia. Sí cierta percepción irónica, que a fuerza de demoler estereotipos, habilita una alegría capaz de seleccionar, entre el cúmulo de obviedades que nos rodean, los materiales del mundo que vendrá. Crisis anhela, empleando otros recursos expresivos, ser partícipe de esa potencia caústica generalizada. Para neutralizar la fuerza de seducción de los discursos publicitarios y el carácter extorsivo de ciertos emblemas morales. Para animarnos a ir más allá de lo permitido, incluso por nuestras buenas conciencias. Para desplegar una nueva capacidad crítica y constructiva.

Extracto de la presentación de la revista.