* Ha cambiado, sobre todo, el sentido de circulación porque, cada vez más, la web y la recepción que un libro tiene en estos nuevos espacios se vuelven a la hora de construir su recepción literaria más determinantes que el espacio en una vidriera o una cierta cantidad de reseñas aseguradas en un suplemento cultural convencional. ¿Esto es mérito de las nuevas tecnologías? ¿O es un demérito de la autonomía como era entendida hasta ahora? Probablemente un poco de las dos.
* Las editoriales, por supuesto, saben que esto está pasando. Y a veces saben cómo acomodarse a las circunstancias. Cuando yo reseñaba libros con un pseudónimo en un blog con visitas, digamos, del “nicho literario”, las editoriales independientes y también las grandes comenzaron a enviar sus libros. Lo hacían por interés, es decir, como acciones de marketing. Cada vez hubo más páginas web donde podían leerse trabajos interesantes sobre libros y editoriales que no tenían otros espacios disponibles. A la vez, también comenzó a ocurrir —y hoy casi es siempre así— que las editoriales más grandes cooptaban estos nuevos espacios, que habían comenzado con ese espíritu “reformista” o “postautónomo”, y que terminaban volviéndose una vidriera más. A mi no me molesta el término vidriera ni estoy en contra del Mercado. Sí estoy en contra de prácticas de mercado proteccionistas, monopólicas. Porque entonces, sin ningún criterio excepto el de la genuflexión y el maravillamiento ante las acciones más tradicionales de marketing, el espíritu decae y se apaga.
Texto del joven crítico Nicolás Mavrakis a propósito del convité de ayer, subido en www.amphibia.com. La continuación, donde se hace una apreciación poco afortunada sobre el populismo de vanguardia, acá.