Levántate y anda
viernes, 27 de febrero de 2009
lunes, 23 de febrero de 2009
Las mellizas del bardo (II)
Me quedo mirando las pestañas de Vicky. El humo del cigarrillo se le escapa de la nariz y tarda unos segundos antes de subir y mezclarse con las luces y la oscuridad.
Saco mi perfume del bolsillo del jean y le tiro un poco en el cuello.
Vicky se estremece y se desparrama mi J’Adore con las muñecas. Se frota los dedos contra los lóbulos de la oreja, tiene puestos los aros de alpaca con amatista que le regalé para su último cumpleaños. Después se huele la mano como si fuera la primera vez que lo siente en su vida.
Y yo se que no piensa en José, que no piensa en la barra, que no piensa en la Torda ni en mí, que no mira a los chongos que la rodean, que no tiene ganas de bailar ni de tomar una gota más de cerveza.
Vicky siente que puede evaporarse. Siente que sus ojos enormes y negros pueden escaparse de su cabeza y volar hasta ese lugar, hasta la dimensión donde a ella le gustaría quedarse a envejecer.
O eso es lo que parece cada vez que se acuerda de Santi.
Santi fue el chico que salía de caño con ella.
El que la hizo fanática de Boca.
Santi murió la misma tarde que Vicky cayó en cana. Por suerte la largaron pronto.
Vicky nunca lo hizo por la guita. No le hacía falta. Vicky salía a chorear porque a ella la divertía y a Santi también. Se calentaban, después iban a un telo y se bañaban en sales espumantes, con hidromasajes y todo eso.
Vicky nunca me habla de él. Y yo aprendí a no preguntarle. Siempre son unos minutos, un cuelgue profundo, lleno de alcohol y de tristeza. A veces la tristeza es tan pesada que no hace falta el alcohol. Pero el alcohol la garantiza. A Santi lo vi dos veces en mi vida. Yo recién empezaba a acercarme a la barra y Vicky estaba desde antes, porque su abuela había pertenecido. La abuela de Vicky también murió. En un cruce con las cuervas, allá en el Gasómetro.
Pero no nos desviemos. Después les cuento de la abuela de Vicky, si quieren. Además que Vicky no se hizo bostera por su abuela, se hizo por Santi.
Lo importante es que a Santi lo ví dos veces, dije.
Esta, entonces, es la tercera vez que lo veo.
Porque el pibe que se nos acerca y se queda duro como una momia enfrente de la mesa que compartimos es muy parecido a la imagen de Santi que tengo guardada en alguna zona de mi mente. Una imagen que escanié de la foto de bordes despintados que Vicky todavía guarda en su billetera.
Podría ser un fantasma. Estoy acostumbrada.
Igual, no es un fantasma.
Santi segundo es magnético, aunque Vicky ni siquiera lo mira. Ahora sí. Lo mira y es como si no se diera cuenta de que es idéntico a su Santi.
Nunca subestimen al poder de la negación.
Santi segundo usa una bermuda a rayas, pescadora, bastante desteñida, y una musculosa que le queda cortita. Mide casi un metro noventa, y es morocho como el verdadero Santi. Puede verse la fila de pelos que bajan desde su ombligo apenas tapado por la musculosa y se esconden en la cintura de su malla. No nos habla, solamente nos mira. Tiene un vasito de vidrio vacío sostenido entre los dedos, y de su espalda cuelga una mochila negra.
En un momento sin música, le digo desde la mesa:
- Sos el chico más alto del lugar.
Y levanto el vaso onda en brindis. Santi segundo sonríe y veo unos dientes chicos y perfectos, todos prácticamente del mismo tamaño. Despabilada, Vicky también le hace una sonrisa de las suyas. Lo invitamos a sentarse con nosotras, en el lugar de la Torda, y mientras se acomoda me pregunto si es un chongo. No tiene pinta de. Más bien parece un turista, un pibe de barrio que va a salir de vacaciones ahora, los últimos días de marzo, y por alguna razón vino a parar a este antro.
viernes, 20 de febrero de 2009
A propósito de Luis
Un día el ¨salvaje¨ D`Elía le pegó un cachetazo a un tipo que lo venía bardeando durante 2 cuadras. El tipo fue elevado a prócer argentino y desfilo por todos los programas de tele. Luego al mismo tipo se lo encontró vitoreando en su provincia a un torturador, y ningún medio lo invitó a que se explaye en su defensa a los genocidas. ¿Cuántas cuadras de puteo hubiera tolerado Buzzi el dialoguista que terminó a las trompadas una conferencia de prensa ante una pregunta de un joven periodista que le resultó incómoda? Es lógico, cómo podía ser que alguien con micrófono en mano no se le ocurriese más que servirle de secretario como hacían los movileros de radio continental.
lunes, 16 de febrero de 2009
¿Viste la lluvia alguna vez?
Hace una banda, alguien me dijo
Viene calma pre tormenta,
Ya se, fue así casi siempre
Dicen que cuando termina,
Va a llover un día de sol
Ya se, brillando como agua
Quiero saber, viste la lluvia alguna vez?
Quiero saber, viste la lluvia alguna vez?
Caer pesada un día de sol
Ayer, y hace un tiempo atrás,
El sol frío, lluvia dura
Ya sé, fue así toda mi vida
y por siempre sigue así,
en un giro, lento y rápido,
Ya se, no puedo parar me digo.
Quiero saber, viste la lluvia alguna vez?
Quiero saber, viste la lluvia alguna vez?
Caer pesada un día de sol
viernes, 13 de febrero de 2009
Las mellizas del bardo
En un momento de la noche, bastante borracha, La Torda dijo que con Vicky somos las mellizas del bardo, y que este iba a ser nuestro viaje de egresadas. De a ratos es copada la vieja. Cuando entrábamos a Chascomús, Vicky bajó en la estación de servicio porque tenía que ir al baño y la Torda corte que me empezó a interrogar. Quería saber si estaba de novia, porque en el camino la Vicky ya le había contado toda su historia con José y yo en cambio no había soltado prenda. Y le dije la verdad. Ustedes estaban ahí, los imagino metidos en el baúl, parando la oreja. Pero yo no tengo nada que ocultar. La Torda me convidó un poco de su petaca y yo acepté. Me dijo que estuvo casada, que tuvo un hijo que ahora vive en el Norte. Que su hijo es artista, sólo eso me dijo. Artista. ¿Qué hace?, le pregunté. No importa, él cree que es arte, dijo la Torda. Lo imaginé como una especie de malabarista o un asesino serial. Un tipo que labura para la yuta. También pobre chabón, con esa madre. Y después empecé a hablarle de mí. Le solté el rollo, y a medida que hablaba era como que yo también me escuchaba a mí misma. Más que nada empecé a contarle de mi vieja y de mi viejo, al que nunca conocí pero en algún momento, cuando junte más información y ganas voy a salir a buscar aunque mamá diga que es un hippie, que es un inútil y que no vale la pena. Mi vieja la luchó siempre sola. Le conté que nunca estuve de novia. Que sí, que los pendejos me encantan, pero que todavía no encontré el indicado para tener algo serio. Que no sé si existe el indicado. A eso no se lo dije, obviamente. La Torda es de las que se ríen en la cara si les decís eso. Así que le hable del tipo de machitos que me gustan. Le dije que me gustan los raros, los rebeldes del grupo, los que parece que escuchan la misma música que todos pero algo en el fondo de su cabeza se las devuelve loopeada con otra onda, distorsionada. Si son altos y medio chetos mejor. Los enanos no me caben mucho. Me gustan los tipos que los ves en cualquier lado y sabés que no la están pasando bien, pero que en un punto les gusta no estar cómodos en ningún lugar, que se hicieron una especie de historia alrededor de eso y en circunstancias comunes no sabrían cómo comportarse. Le conté que una vuelta salí con el que me hizo el primer tatuaje. El de la flor con los colores de Boca que tengo en la ingle desde los dieciséis. El flaco me prometió llevarme a Cataratas a comprar pieles para vender, pero se fue sólo y me dejó llorando casi una semana, sin fuerza para salir de casa ni para ir al colegio. Fue el único al que le permití hacerme eso, y una vez hace un par de años me pareció verlo en la cancha de Colón, el cementerio de los elefantes. En realidad no estoy segura de si era él, no le gustaba el fútbol. Andaba con una mina, y no me reconoció o no quiso reconocerme.
jueves, 12 de febrero de 2009
miércoles, 11 de febrero de 2009
martes, 10 de febrero de 2009
No hay luz en casa pero con una vela alcanza
miércoles, 4 de febrero de 2009
Supercool
La película también fue llamada Superbad, y está entre lo mejor que vi el año pasado. Es una reflexión sórdida y desencantada sobre la amistad masculina y el tránsito a la madurez. El final, o el pre-final, digamos, antes del moñito de género, es conmovedor. En un contexto político bien Bush. Uno de los policías, de hecho, es una parodia con algunos momentos gloriosos que cifra la biografía del texano.
El gordo de la foto, Jonah Hill, hizo otra película de género con muchísimos puntos en contacto con Supercool, algunos años antes. El título no interesa, lo importante es el argumento: otra vez, Jonah hace de alumno que fracasa en entrar a una prestigiosa universidad norteamericana y por eso decide fundar, con otros losers, una universidad paralela donde pueden entrar todos. Una suerte de UBA, salvando las distancias, que termina transformándose en una parábola sobre la relación entre blogs y discurso sociológico, que es el único discurso que interesa. La universidad de los freaks está construida sobre los restos de un hospital psiquiátrico: de la normalización disciplinaria a la post-disciplina incubada por las redes sociales. Es una película que se encuentra absolutamente a la izquierda del género, y por eso encarna todas sus contradicciones. De hecho, no hay protagonistas femeninas.
En esta película, Jonah Hill, está todavía más gordo que en Supercool. Realmente, linda con la deformidad. En ambas, demuestra que es un actor del carajo. Para mí, Hill es el James Dean de la era Cumbio. En la foto, transporta dos bidones de gasolina. A diferencia de su amigo bueno y educado, el "pibe común" tierno que carga con su amigo gordo como un lastre de turismo carretera, Jonah quiere quemarlos a todos.
Todo esto venía un poco a cuento de las gratas respuestas que encontré en la entrevista de Matías Fernandez a Pola Oloixarac, y de su voluntad, un poco tímida, de salir a cruzar algunas lecturas de la novela que anduvieron circulando.
Me parece que cuando uno escribe un libro entra a competir con un montón de bienes culturales. Está buenísimo, yo me lo tomo con mucha humildad, porque quiero seducir al lector, quiero atraparlo, esa persona me va a dedicar horas y yo no tengo nada. Lo único que puedo hacer es poner es una palabra atrás de la otra. Me parece una situación terrible y demanda matarse para poder generar algo que tiene que mantenerse en términos de entretenimiento. Después pueden ocurrir un montón de cosas, en todo tipo de niveles y la cuestión sería poder construir un aparato lo suficientemente cómico para poder patinar la comedia y que al mismo tiempo, según tus propias lecturas, puedas captar ciertas relaciones y otras no. Hay gente que lee y piensa que la novela se trata de una chica que va a la facultad y el trasfondo político ni lo ven.
El gordo de la foto, Jonah Hill, hizo otra película de género con muchísimos puntos en contacto con Supercool, algunos años antes. El título no interesa, lo importante es el argumento: otra vez, Jonah hace de alumno que fracasa en entrar a una prestigiosa universidad norteamericana y por eso decide fundar, con otros losers, una universidad paralela donde pueden entrar todos. Una suerte de UBA, salvando las distancias, que termina transformándose en una parábola sobre la relación entre blogs y discurso sociológico, que es el único discurso que interesa. La universidad de los freaks está construida sobre los restos de un hospital psiquiátrico: de la normalización disciplinaria a la post-disciplina incubada por las redes sociales. Es una película que se encuentra absolutamente a la izquierda del género, y por eso encarna todas sus contradicciones. De hecho, no hay protagonistas femeninas.
En esta película, Jonah Hill, está todavía más gordo que en Supercool. Realmente, linda con la deformidad. En ambas, demuestra que es un actor del carajo. Para mí, Hill es el James Dean de la era Cumbio. En la foto, transporta dos bidones de gasolina. A diferencia de su amigo bueno y educado, el "pibe común" tierno que carga con su amigo gordo como un lastre de turismo carretera, Jonah quiere quemarlos a todos.
Todo esto venía un poco a cuento de las gratas respuestas que encontré en la entrevista de Matías Fernandez a Pola Oloixarac, y de su voluntad, un poco tímida, de salir a cruzar algunas lecturas de la novela que anduvieron circulando.
Me parece que cuando uno escribe un libro entra a competir con un montón de bienes culturales. Está buenísimo, yo me lo tomo con mucha humildad, porque quiero seducir al lector, quiero atraparlo, esa persona me va a dedicar horas y yo no tengo nada. Lo único que puedo hacer es poner es una palabra atrás de la otra. Me parece una situación terrible y demanda matarse para poder generar algo que tiene que mantenerse en términos de entretenimiento. Después pueden ocurrir un montón de cosas, en todo tipo de niveles y la cuestión sería poder construir un aparato lo suficientemente cómico para poder patinar la comedia y que al mismo tiempo, según tus propias lecturas, puedas captar ciertas relaciones y otras no. Hay gente que lee y piensa que la novela se trata de una chica que va a la facultad y el trasfondo político ni lo ven.
martes, 3 de febrero de 2009
Las bienvenidas
Bienvenido Gomez a Haciaelbicentenario.
Bienvenido el retorno de Jota en las tierras de su amado Jaime Baily, cada vez con más talento.
Los invito a brindar con psiocodelia.
PD: mientras escribo, el borracho loco del barrio, que una vez me miró mal y se fue puteándome porque salí de casa con unas medias de Boca, está parado en la puerta de mi casa y le grita a los autos: "La Paternal se pudre, La Paternal".
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