Levántate y anda

lunes, 17 de noviembre de 2008

Crónica de un happening. Sobre La Beca.


1.
Mientras tomábamos una Brahma un poco tibia en la plaza Houssay, le comentaba a mi amigo Joaquín que desconfío de las performances, los happenings y el arte conceptual. A unos pocos metros, unos pibes jugaban un seis contra seis en medio del cemento, los arcos hechos con ropa y mochilas. Tenía ganas de ir a jugar con ellos, pero sin embargo hablaba. Mis argumentos eran que si hace unas cuantas décadas ese tipo de arte podía ser inscripto como un gesto innovador, hoy me parecía un poco agotado. No podía dejar de ver que el antiguo anhelo de romper las barreras espectador / artista generando un hecho político, había fracasado históricamente, y que no me parecía que las comunidades que se generan en un happening, siempre evanescentes, transformen un estado de cosas que vaya más allá de la instantaneidad de su numerito. Un poco pesado, atragantado con mis propias palabras, insistía con que cuando el arte conceptual se convierte en un diálogo entre entendidos, sin posibilidad de trascender las microafinidades que al mismo tiempo lo catalogan y consagran, pierde potencia en términos sociales, por más amistades y micropolíticas que produzca.

- No, le dije a Joaquín, esto de la vanguardia es cualquiera. Ya fue.

Con todas estas “prenociones” fui a ver el happening ¿Querés una beca? Chupame un huevo, organizado por Gustavo Moscona. A Moscona lo conocía sólo de nombre.

2.
A medida que pasaba el tiempo nos fue ganando la ansiedad y decidimos ir. Éramos unos cuantos, y el plan consistía en irnos rápido si nos aburríamos. Comprar más cerveza, volver a la plaza o ir al bar de la facultad. Otra opción era ir el FILBA. Viernes a la tarde. La ansiedad de un viernes a la tarde.

3.
Hay que decirlo: apenas entramos al aula y vimos que estaba llena, hubo algo que cambió. Empecé a sentir que iba a pasar algo importante. No teníamos lugar para sentarnos, y fuimos a parar al suelo, justo a un costado del escritorio que formaba parte del decorado del happening. Nos repartieron globos que inflamos y explotaban de sólo tocarlos. Corridas, preparativos, bastante expectativa. Pero lo que pasó después supero todo. Lo que vino después pasó por encima a todas las expectativas porque el happening fue un verdadero acontecimiento político cultural. En este sentido, la cantidad de gente no es un hecho menor. Sabemos que la significación social de cualquier hecho artístico se transforma dependiendo de su contexto de recepción y de su circulación social. Y el aula Kosteki-Santillán era una fiesta. Antes de que empezara el happening era una fiesta, antes de que se inflaran los globos. La energía, la seriedad no solemne con la que nos recibieron y se movían los chicos que participaron de la organización, los actores, los performers, los artistas, generó un clima muy especial.

- Grosso, eh. Menos mal que vinimos. ¿Compramos una birra?

4.
Desde el principio, desde el título, Gustavo Moscona, la gente de sociología contraataca y los muchos que pusieron el cuerpo para que la cosa funcionara nos lo habían advertido: esto no es un happening, esto es la beca. La beca. ¿Pero qué es la beca? ¿Un régimen de vida? ¿Una salida laboral? ¿Un premio? ¿Un sistema de exclusión? ¿Una metáfora sobre la producción de conocimiento en nuestro país? ¿Una forma de canalizar –y mutilar- la líbido política retirándola de lo colectivo para remunerarla en lo individual? ¿Un happening? ¿La beca como un happening donde se escenifica una producción de conocimiento inútil? Si entre muchos otros, hubo un hilo capaz de conducir la superposición de situaciones que se escenificaron a lo largo de las casi dos horas que duró ¿Querés una beca? Chupame un huevo, ese hilo fue la voluntad de que la pregunta por la beca se politizara, y, al mismo tiempo, invitara a pensar toda la serie de oposiciones y de situaciones que se configuran en torno a la beca y a la vida universitaria.

Todo esto, en un contexto particular, en una facultad, la de Sociología, que no puede dejar de interrogarse sobre el destino y la productividad política de las becas, y sobre todo el tejido de relaciones sociales que estas organizan. Un tejido de solipsismos que prefigura la continuidad del neoliberalismo a la hora de producir saberes.

5.
A mí, que tengo una beca, la pregunta me movilizó. A muchos de mis amigos, que tienen o van a postularse a una beca, también. Aunque quizás a cada uno de manera diferente. Que la pregunta por la beca se politizara, decíamos. Que tuviera un arraigo local, específico, en la carrera de sociología, en la facultad de sociales de la UBA. Eso es politizar. Hubo algo de catarsis en el happening. El hecho de que el tema elegido fuese justamente la beca consiguió que ahí adentro, en el aula Kosteki-Santillán, se activara un trauma colectivo. Catarsis interrumpida, entonces, porque lo que quedó flotando en el aire cuando todo terminó fueron los vapores del hagamos algo más con el agradecimiento que generó el amor que habían puesto en el happening todos los que participaron.
Pero decíamos también oposiciones y situaciones. Tomemos nota de algunas de las que llegué a anotar en el anverso del volante de una agrupación:

a) Las chicas, las modelos, y la exposición de las becas como algo fashion: las becas como objeto de deseo. Esto, confrontado a la repetición de consignas políticas, muchas veces anacrónicas o vacías por parte de las modelos. Ganar una beca, gritar en el vacío. Consignas políticas que se gritan en el vacío. Una serie posible. Porque a la beca hay que seducirla, conquistarla. Requiere todo un arsenal de estrategias de seducción, que se inician con el director de beca. Becas y carisma, también, en la primera parte, donde el evaluador recibía los proyectos. Se sabe: lo que define, muchas veces, es el director.

b) El deseo que canalizan las becas pudo sentirse también en otros momentos: desde el becario acosado sexualmente por la directora, hasta la genial pareja de Moscona y su novia, que discutían en videoconferencia. Él, en Europa, en el frío de Europa, le propone una pareja abierta, a ella que no sólo tiene que trabajar en Buenos Aires vinculada a rubros que no tienen nada que ver con su formación, sino que, en la perspectiva del becario, le debe todo porque “él la formó”. La liberación final a través del baile, en oposición a los cuerpos inmóviles de los becarios.

c) La beca y el espacio. Las becas son de la ciudad, de Buenos Aires, y no llegan al Conourbano. ¿Qué porcentaje de los becarios de Sociales vive en el Conourbano? ¿Qué porcentaje de los becarios asistió a colegios de elite, principalmente el Carlos Pellegrini o el Nacional Buenos Aires? Las becas como un sistema de confirmación académica de la segregación urbana. Becas y disciplina.

Podría haber muchos más, pero esto sería demasiado largo. La presencia, por ejemplo, del cuerpo popular real, del sujeto real de La Matanza, al que se lo estudia incluso cuando coge. Toda la diversión y la tensión juguetona que generaba el espiral entre paródico y de denuncia del resto de los fragmentos, se resignificaba con las apariciones del pibe que hizo dos reclamos puntuales. Primero un reclamo de sinceridad: cuando roba a los docentes, estos tienen que decir lo que piensan: “Hay que meter bala en la villa, no se puede más con estos negros de mierda”. Segundo, un reclamo de autoanálisis: en lugar de preocuparse tanto por cómo cojo, miren lo que hacen ustedes. Pregúntense por la beca.

En este sentido, fue tal la incomodidad que generaban estas irrupciones, que se las intentaba neutralizar con el aplauso. Le dije a Joaquín:

- Mirá como aplauden, boludo. Se ponen nerviosos.

Yo estaba nervioso.

6.
La contraparte de estas irrupciones eran las de otro de los pibes con talento y cosas para decir que tuvimos la suerte de ver en La Beca: ese que venía anunciando el nacimiento de la beca con diferentes disfraces, y funcionaba como descomprimidor al tiempo que tenía una especie de función coral.
La consigna era: se viene la beca, la beca está naciendo, se viene la beca.
Al final, venía disfrazado como delegado gremial, o representante sindical, y terminaba negociando becas para repartir como prebendas entre los otros que lo acompañaban con un bombo. La pregunta que dejó instalada fue: ¿algo está naciendo o vamos a negociar? ¿puede nacer algo sin negociación? ¿cómo negociar un nacimiento, que es del orden de lo que no se puede prever?
O, en otras palabras: ¿Qué hacer? ¿Qué hacemos con las becas, esto es, con este sistema de producción y distribución del saber y de las remuneraciones?

7.
Cuando terminó la perfo, todos se saludaron, se abrazaron, se felicitaron. Sabían que, más allá de algunos baches y otras repeticiones, habían conseguido generar algo grande. Un verdadero acontecimiento político cultural en la facultad. En su facultad. En su situación.
Esta crónica salió publicada ayer en el blog de sociología contraataca. Ver link en cuerpo de texto.