Levántate y anda

martes, 20 de enero de 2009

La cultura es una chica rutera




De acuerdo a Yúdice (2001: XXX), la nueva división del trabajo cultural se realizaría a través de un sistema de maquila, donde se obtienen ganancias mediante la creación o posesión de derechos de propiedad intelectual mientras se contratan servicios de ensamble locales e independientes. Así, los países latinoamericanos se destacarían por la baja actividad en tanto productores de derechos o de patentes intelectuales, quedando confinados al rol de proveedores de mano de obra barata, capacitada para el ensamble y la producción. Además de la precarización laboral resultante, donde los trabajos se realizan por contrato, sin chances de sindicalización para la masa de freelancers dispersos, y en busca del mejor postor, el efecto de este tipo de desembarco no sólo de los conglomerados globales de entretenimiento, sino también de las pequeñas empresas internacionales dedicadas al comercio simbólico, muchas veces incluso regionales en el caso de América Latina, en un contexto que según Claudio Rama (1999) se caracteriza por a) la segmentación de los mercados, b) la particularización de la oferta y c) la oligopolización de la producción simbólica, consiste, más allá de la política pretendidamente neo-izquierdista de los gobiernos, en una confluencia donde la ética universalista del estado y el afán de lucro de las empresas fusionadas hace uso de la cultura como recurso útil para la implementación de agendas de política cultural no consensuada, y que en muchos casos se financia con fondos fiscales deducidos de impuestos. Este diagrama confina al estado-nación a la posición de mediador cultural entre los conglomerados de entretenimiento y la sociedad civil. Los estados cumplen la función de conformación de públicos de masas hacia adentro, y hacia fuera se realiza una selección de las diferencias e identidades locales, donde aquellas que posean las singularidades necesarias para tallar en mercados regionales o globales, esto es, que se amoldan a los performativos de los protocolos de difusión, son estimuladas a circular, cubiertas por el paraguas de dichos conglomerados o del nuevo sistema de filantropía internacional del turismo artístico, fomentando la idea de diversidad y desarrollo local.