Levántate y anda
viernes, 24 de octubre de 2008
La noche en que volví a creer en el rock
La verdad, cada vez sentía al rock como algo más ajeno.
Toda esta cosa del “nuevo” indie tenía algo que me rompía las pelotas, y salvo casos como Bauer o algunas cosas de unas pocas otras bandas, me aburría muchísimo: más de lo mismo. Boludos sensibles y neohippies de zona norte, en la mayoría de los casos.
Me parece que todavía que hay que pensar mucho las cosas que dejaron Los Redondos y Babasónicos, las últimas dos bandas argentinas que tuvieron algo por narrar.
Dos fenómenos del pasado.
Pero ahí, en el ZAS, estaba el Perro Diablo.
Dos pendejas que habían ido a ver a los teloneros, en un momento, salieron corriendo de la sala. El cantante del Perro las siguió y cerró la cortina para que no volviesen.
Después, empezó a tirar discos a la marchanta.
Se notaba que los pibes se divertían. Y que se cagaban en todo.
La energía que circuló ahí fue impresionante.
El disco está genial, digo, se nota que hay laburo, y mucho, muchísima suciedad, rencor, ironía caústica, actitud punk sin necesidad de chupines AY not dead.
Pero ni se compara a verlos en vivo. Yo no los leo como una banda más, ni siquiera como una banda. Son otra cosa. No hay show, son instantáneos.
La música, la actitud, la oscura energía explosiva, las ganas de cagarlos a todos a trompadas que contagia El Perro los convertirían en dos segundos en la banda favorita de Roberto Arlt.
Fue una fiesta.
La noche en que volví a creer en el rock fue una fiesta.
El 6 de noviembre tocan de nuevo, en el mismo lugar.
martes, 21 de octubre de 2008
Fragmentos de una tesis enclenque I
Los posicionamientos de la SADE en tanto actor corporativo, que oscilan durante el peronismo entre la conformación de una trinchera de resistencia cultural hasta la mera defensa de los intereses gremiales, llegando hasta la pasividad y la inoperancia cuando algunos escritores son encarcelados, no sólo nos habla de los desencuentros entre la intelligentzia nacional y el peronismo entre 1946 y 1956, ni de la batalla por adueñarse de los significantes supuestamente beneficiosos del antiperonismo al interior del campo cultural posterior al golpe de 1955, sino que nos ilustra sobre el peso social y las posibilidades de los escritores de posicionarse como interlocutores válidos del gobierno y también de la sociedad, que visualizaba a su profesión como un espacio prestigioso. La sociedad de escritores como actor corporativo y una forma de sociabilidad articulada con las disputas políticas, los escritores interviniendo en la esfera pública como intelectuales pese a la limitada relevancia social de sus obras, al menos en comparación con los autores extranjeros. De las conferencias de Lugones en 1913 a la organización de los escritores provenientes de diferentes tendencias estético-políticas en torno a la SADE opositora al gobierno de Perón, las transformaciones en el rol social del escritor y su investidura de prestigio acaso irradiada desde el campo y la importancia de los intelectuales para la cultura escrita de la época, acompañan el desarrollo de un campo de la edición literaria cada vez más autónomo y diferenciado, que sin embargo muestra diferentes facetas, y cuyo desarrollo no es necesariamente acumulativo en términos de independencia política y especificidad de las tareas desempeñadas por el editor.
jueves, 16 de octubre de 2008
Ezeiza
Por primera vez, hice un tour académico a la cárcel de Ezeiza. Fui a dar clases a una presa que está a punto de recibirse de socióloga. La única carrera universitaria que puede estudiarse en Ezeiza es Sociología. El dato tiene la estupidez brutal de la realidad burocrática. La estupidez brutal de una institución como la UBA. Una institución brutal y estúpida a la que sin embargo hay que defender. Hay que defender el proyecto de la UBA. Hay que atacar su burocracia, la estructura de sus carreras, su desvinculación del Estado y del aparato productivo. Soy un fiel partidario del cupo en las carreras, ingreso irrestricto pero con cupo, gratuidad absoluta pero con cupo por carreras. En Filosofía, por ejemplo, yo pondría un cupo de 20 estudiantes por año. Es la peor carrera de toda la UBA. Al menos de las que conozco, que son bastantes y tienen varias fallas. La carrera de Filosofía es la peor. Me repugna la relación con el saber y las manías, las afectaciones de la carrera de Filosofía. Pero no iba a hablar de eso. No iba a hablar de eso y otra vez me fui de madre.
Mientras volvía, mientras el auto de la profesora que me llevó avanzaba retozando por la colectora, bordeando la villa que hay frente al predio del servicio penitenciario nacional, la villa a la que imaginé deben ir los presos a esconderse si consiguen escaparse, porque pensaba en eso todo el tiempo, en las posibilidades de escapar de esas cárceles y terminar en medio de la autopista, casi sin ropa, a las tres de la mañana, un poco empastillado, con pasta base o un poco de merca para vender en el bolsillo, con suerte unas monedas para tomar el colectivo y la mirada en el suelo para no llamar la atención, el ladrido de los perros, los mismos perros que cagaban o tomaban agua sucia mientras bordeaba la villa que hay frente a las cárceles hundido en mi cómodo asiento de profesor universitario ad honorem que vuelve en auto a su realidad ad honorem de profesor universitario, o quizás otros perros, perros entrenados por la policía, perros drogados y hambrientos de carne tibia y dulce, miraba perros y pensaba en escapar de una cárcel en la que apenas había pasado tres horas y a la que volvería recién en dos semanas, porque en dos semanas tengo que volver a Ezeiza, me van a pedir los documentos, voy a tener que esconder todos los objetos de valor que hay en el auto de la persona que me lleve para que los propios policías no se los roben, voy a entregar mi cédula de identidad, voy a volver a la cárcel como un profesor universitario ad honorem que nadie sabe que es ad honorem en primer lugar porque a nadie le interesa y tienen razón en que no les interese, tienen razón porque ahí todo el mundo está demasiado ocupado en sobrevivir como para preocuparse en otras cosas, la chica que me mostró los moretones y las marcas de la faca con la que la habían atacado esa misma noche, presa por un robo con caño cuando tenía diecinueve, estaba muy ocupada en sobrevivir, muy preocupada por que la sacaran de ese pabellón de una buena vez, y me dijo que no estudiaba sociología porque no le interesaba, porque al salir no iba a servirle para nada, porque ella necesitaba un trabajo, necesitaba terminar el secundario y los profesores del servicio penitenciario apenas estaban capacitados para enseñarle cosas del primario, los profesores del servicio penitenciario que saludé con un beso al entrar a la cárcel y que me parecieron tan amables no podían o no querían enseñarle físico-química y ella no podía terminar el secundario, y mientras yo volvía ad honorem en el auto universitario de la profesora que me llevó pensaba en eso, en la razón que tenía la profesora al decirme que esa y todas las chicas que estaban ahí adentro iban a reincidir, que la enorme mayoría de las chicas que caen ahí adentro reinciden, la gran mayoría de las chicas que hay ahí adentro están presas por tráfico de drogas, que las penas de las chicas que están ahí adentro fueron aumentadas gracias al efecto mediático de Blumberg, que las mujeres mayores a veces preferían no salir de la cárcel porque afura no tenían nada, porque los hombres, a diferencia de las mujeres de los presos, nunca las iban a visitar, las reemplazaban muy rápido, porque los hijos les daban la espalda, porque además el personal penitenciario les hacía la vida imposible a los familiares que venían, porque el personal penitenciario hacía todo lo que encontraba al alcance de sus posibilidades para que las chicas ahí encerradas no tuvieran contacto con sus familiares, y mientras la profesora me contaba todo eso y muchísimas otras cosas yo miraba por la ventanilla, mareado con las paredes y las publicidades de la ciudad, mareado en mi compulsión a leer todas las publicidades y a pensar que está comunicando esa marca y porqué lo hace, mareado con las ventanas simétricas y las bicicletas apoyadas sobre la baranda de los balcones, con la ropa colgada de un ventiluz, con las irregularidades de un asfalto hecho con azúcar negra, las irregularidades de unos edificios atravesados por facas, compartimentados por facas húmedas que les desparraman sus manchas húmedas y silenciosas en techos y paredes al limpiarse como se limpia un cuchillo tramontina manchado de ketchup sobre el pan, manchas cada vez más grandes, cerrar los ojos, abrir las ventanillas y que las manchas de humedad o de pintura, los azulejos que faltan en las paredes, la profesora que cuenta las internas de poder del servicio penitenciario, la profesora que dice que prefiere enfrentarse a un cana milico que a un progre disfrazado, todo eso, todo eso y la vocecita te marean, la vocecita con forma de mancha, la vocecita que se abre como una mancha y suena como la correa de distribución de un motor que mientras que pasaba todo esto, mientras que la ciudad se convertía, mientras que la ciudad se convertía en algo sin un afuera posible el motor se calentaba, la correa de distribución giraba y se esparcía por encima del motor caliente, el motor caliente sólo estaba caliente y miraba mareado a la correa de distribución que se esparcía como una máquina, una maquina de decirme todo bien, todo bien, pero vos sabés que a veces hace falta la pena de muerte, vos lo sabés, siempre estuviste a favor de la pena de muerte, estuviste a favor de la pena de muerte incluso cuando no lo estabas...
martes, 14 de octubre de 2008
Para leer el deleuzianismo middle-class
Nueva entrega del Diario de Lecturas de Terranova en Haciaelbicentenario:
Pero lo verdaderamente negro –cierto peronismo de trinchera, la mugre de la calle, la miseria, el desempleo, las ideologías erradas y arrebatadas, los estamentos bajos del Estado donde los burócratas subsisten dañando la sociedad con su pereza, y un largo etcétera–, esa negrura nunca se vuelve blanca.
lunes, 13 de octubre de 2008
Mi auto y yo
Mi viejo Ford Orion es un auto que nunca va a ser vintage.
No me molestan sus bollos, la suciedad de los vidrios ni la puerta despintada. El tiempo y el maltrato lo contaminaron de un aura que su diseño cuadrado y neutro nunca tuvo, ni siquiera cuando era cero kilómetro y no nos conocíamos.
A veces, pienso en ponerle unos cuernos de buey en el capot, encima de la parrilla. Dos cuernos separados por las vueltas de una soga áspera que raspe la piel.
Siento que me lo pide a gritos, y en esos momentos un violento sentimiento de cariño hecho de hierro y plástico y gomaespuma húmeda y grasa y aceites y líbido mal enfocada se derrama sobre el cuero caliente del volante.
Mi auto tiene la cara de un tipo que trabajó toda su vida bajo el rayo del sol, en un paisaje sin agua, con el viento que clava sus garras detrás de las orejas de la gente protegido por la indiferencia de los cables de electricidad y de todo lo demás.
Las mejillas de mi auto contenidas por dos arrugas donde el alcohol encuentra su reposo.
Cuando chocamos huesos y puertas crujen como si bailaran descalzos sobre cubitos de hielo. Es una especie de complicidad, y él la interpreta como la prueba fehaciente de que no está muerto.
Hace un tiempo pensé en venderlo. Fue una idea vaga y antinatural que todavía me produce culpa.
Mi viejo Ford Orion me la recuerda cada vez que arrancamos. Es una vibración. Entonces, le prometo que no.
Que por ahora no.
jueves, 9 de octubre de 2008
Autocensura
Puede ser, entonces, que el agotamiento se vincule con eso. Con la imposibilidad de ampliar su mercado que tienen las pymes escudadas en la independencia. Quizás, un buen título para la próxima charla sea “cómo hacemos para aumentar las ventas de libros que nos interesan únicamente a nosotros”. La idea de generar un circuito virtuoso alimentado por jóvenes críticos egresados de la carrera de Letras aparece como una apuesta prometedora.
martes, 7 de octubre de 2008
Anticipo exclusivo
El muchacho que vive conmigo anduvo escribiendo una especie de artículo para el nuevo número de La Contrarreforma - Revista que va a salir el 17 de Octubre. Acá va una parte de eso:
"Por el momento, basta con decir que lo que en Puig eran procedimientos vinculados al arte pop, en Umpi y en Paula pueden leerse como cuestionamientos hacia las doxas que atravesaban al proyecto cultural del pop. Lejos de la vindicación del pop como un posible sistema de referencias excluido hasta el momento de la representación (lo que sucedía en Forn, Fresán y cía.), la sensibilidad pop está naturalizada, y lo pop podría leerse entonces desde otro lugar. Lo pop, en estas novelas, más allá de los procedimientos y de liberaciones que nunca se concretaron, más allá de la tradición, podría ser entendido, siguiendo al crítico Hal Foster, como “realismo traumático”."
??????
sábado, 4 de octubre de 2008
La deliciosa y pesada herencia
Página/12 podrá tener todas las fallas del mundo, pero esta especie de crónica sobre la rica herencia del asambleísmo está muy bien.
jueves, 2 de octubre de 2008
BOCHINI
Los pases, los giros, las piernas de Bochini,
no tenían nada que ver con el ballet.
El fútbol le cayó en la cabeza como un rayo
y le quemó la gorra,
y lo convirtió en un Mozart disfrazado de bancario,
de farmacéutico, del tipo que te vende los boletos en el subte,
que vivió gran parte de su vida
creyendo que tenía cáncer.
Los pies de duende de Bochini
son un fino instrumento de precisión quirúrgica,
cansados de cortar tripas de indio,
pies de gaucho que nunca quiso ser soldado,
que nunca quiso ir al Paraguay,
ni a ninguna otra parte,
y que perdió un 25% del alma cuando en la tapa del Gráfico
lo sacaron con la camiseta de Boca.
No hay autopistas en las piernas de Bochini.
Ricardo Enrique Bochini no podría haberse llamado de otra manera.
Bochini era un X-men perfecto, fabricado con los genes de Yrigoyen.
y podría haber leído diarios hechos sólo para él
pero no lo hizo,
porque estaba demasiado ocupado, obsesionado, asustado
y enamorado del cáncer,
un cáncer rojo que se le multiplicaba de manera diminuta,
que iba a teñirle los dientes,
a asfixiarlo, cualquier noche de esas,
cualquier noche de mística copera y roja
¿Saben que dijo el 10,
una tarde calurosa de México,
allá por el 86,
cuando el cartelito de colores indicaba que iba a salir,
para que entrara el Bocha?
Se dieron un abrazo, cada uno a un lado de la raya de cal,
y el 10 dijo gracias maestro,
gracias por el fútbol.
no tenían nada que ver con el ballet.
El fútbol le cayó en la cabeza como un rayo
y le quemó la gorra,
y lo convirtió en un Mozart disfrazado de bancario,
de farmacéutico, del tipo que te vende los boletos en el subte,
que vivió gran parte de su vida
creyendo que tenía cáncer.
Los pies de duende de Bochini
son un fino instrumento de precisión quirúrgica,
cansados de cortar tripas de indio,
pies de gaucho que nunca quiso ser soldado,
que nunca quiso ir al Paraguay,
ni a ninguna otra parte,
y que perdió un 25% del alma cuando en la tapa del Gráfico
lo sacaron con la camiseta de Boca.
No hay autopistas en las piernas de Bochini.
Ricardo Enrique Bochini no podría haberse llamado de otra manera.
Bochini era un X-men perfecto, fabricado con los genes de Yrigoyen.
y podría haber leído diarios hechos sólo para él
pero no lo hizo,
porque estaba demasiado ocupado, obsesionado, asustado
y enamorado del cáncer,
un cáncer rojo que se le multiplicaba de manera diminuta,
que iba a teñirle los dientes,
a asfixiarlo, cualquier noche de esas,
cualquier noche de mística copera y roja
¿Saben que dijo el 10,
una tarde calurosa de México,
allá por el 86,
cuando el cartelito de colores indicaba que iba a salir,
para que entrara el Bocha?
Se dieron un abrazo, cada uno a un lado de la raya de cal,
y el 10 dijo gracias maestro,
gracias por el fútbol.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Hegel tenía razón, y hoy usaría chupines verde botella
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